miércoles, 21 de octubre de 2009

Andrei Tarkovski, El escultor del tiempo

“Es pecado todo lo innecesario. En todo caso, nuestra civilización está construida sobre el pecado, una total falta de armonía, un desequilibrio entre nuestro desarrollo material y el espiritual. Nuestra cultura es imperfecta. Nuestra civilización es esencialmente imperfecta. Tendríamos que estudiar el problema y buscar juntos una solución. Quizás ya es tarde..... demasiado tarde”.(Diálogo de Alexander al hijo, en la película El Sacrificio.)

Tarkovski fue uno de los directores de cine más importante de Rusia, que supo hacer coincidir con coherencia el arte y su forma de vida. Se tomó la absoluta libertad de ir en contra de las corrientes del realismo socialista ruso y del realismo del cine americano. Jamás se sintió sujetado a las normas y convenciones predominantes. Esta libertad le permitió embarcarse dentro de los directores poéticos del cine. El decía que en el cine hay dos tipos de directores, los que imitan al mundo en que viven y los que crean su propio mundo y que denominaba los poetas del cine. Entre estos últimos incluía a Bresson, Mizoguchi, Bergman, Buñuel, Kurosawa, etc. Las obras de Tarkovski no son fácil de digerir, por que exige la participación del espectador, ya que no era de los directores que brindaba respuestas, sino que por el contrario, sus films son un fluir constante de interrogantes. La estética de las compaginaciones visuales son de admirable imaginación y fluyen sobre la pantalla como símbolos a descifrar, a igual modo que elementos oníricos; quedarán librados a las fantasías y a las asociaciones de cada espectador. No menos líricos son los diálogos, que generalmente son escasos, pero contundentes en sus expresiones. Tarkovski ha logrado una combinación perfecta entre las imágenes y los sonidos, sosteniendo una indeterminación entre los planos efectivamente sucedidos, los soñados, los imaginados y las alucinaciones, lo que hace que los tiempos en los films estén fuera de la lógica.

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