martes, 5 de junio de 2012

Metin Erksan - Susuz yaz (1964)


Verano seco
Narra la historia de una pareja de hermanos que domina las reservas de agua de un pueblo agrícola turco. Uno de ellos se niega a compartirla con los demás campesinos, mientras que el segundo, recién casado, acaba en la cárcel. Entre ambos, una mujer que intentará ser conquistada por el avaricioso hermano mayor... (FILMAFFINITY)
Metin Erksan: Verano Seco (1964)

La primera secuencia de Verano Seco resume en simples imágenes la pasión que empuja la historia. Un campesino recorre una aldea laberíntica, entre paredes estrechas de piedra y un suelo despedazado por la sequía. El sol brilla intenso sobre él y sobre el lomo de sus burros. Finalmente, llega al destino deseado: el manantial de agua. El centro de todo el drama del filme.

En 1964, el director turco Metin Erksan ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín con este poderoso y tristemente olvidado drama, Verano Seco. Esfuerzos de la World Cinema Foundation han permitido restaurar la película y distribuirla ahora como el patrimonio fílmico de Turquía. Siempre asomarse en estas obras perdidas, u olvidadas, despierta unas ansias de enormes de saber mucho más de otras cinematografías ignoradas. ¿De qué más nos hemos estado perdiendo?

Porque, inevitablemente, cada país produce arte original y con un punto de vista único. De este modo, Verano Seco bien podría ser juzgada de naïve o de ser demasiado directa. Pero de cualquier modo, seguiría siendo una gran película. Y lo es porque explora la sed que hace girar la rueda de la historia. No pocos analistas han aventurado que guerras futuras ya no se darían por petróleo ni por recursos minerales, sino por el agua, fundamental para toda actividad humana. Más aún, claro, porque lo hace desde la perspectiva única de un país con frecuencia sin voz, porque su cine no llega hasta nosotros.

Verano Seco se desarrolla como un cuento clásico, y uno muy sencillo. Tenemos dos hermanos, granjeros de tabaco, que comparten un terreno más extenso que el de sus vecinos, ganado con esfuerzo y dedicación. Los demás granjeros, se queja el mayor, se han dedicado años enteros a fumar y jugar cartas: de ellos es el premio del trabajo. El premio es, por supuesto, que la fuente del agua se encuentra en su tierra. Por tanto, el mayor, Osman, un hombre recio y casi vulgar en su carácter, decide en plena sequía que el suministro del precioso líquido será determinado por ellos mismos. Primero, juzga, servirá para irrigar sus terrenos. Si queda algo, que le llegue a los demás. Hasan se opone desde un comienzo, pues considera que el agua es “la sangre de la tierra”: imposible restringirla, adueñarse de ella, negarla a ningún ser humano.

La forma en que Erksan dibuja sus personajes es, eso sí, esquemática. Osman, el mayor, es un bruto enceguecido por la codicia (del agua y luego, nada menos que de la mujer de Hasan): no escucha razones, no va a detenerse en colocar la presa para que el agua se quede en su terreno. Hasan, noble, joven y apuesto, es más amable, y considera que todos tienen derecho al agua, por lo que en más de una ocasión lucha por quitar la presa y desafiar a quien tiene la ley en la casa, como mayor. Solo puede precipitarse hacia una tragedia, un enfrentamiento entre ambos hermanos, y no entre ellos y el resto del mundo, como se imagina Osman al inicio. Hay más que la lealtad familiar y el interés personal en juego.

De este modo, se revela una protesta con tonos, si se quiere, de socialismo (Erksan era un marxista comprometido en la convulsa Turquía de la época). ¿Cómo puede una sola persona adueñarse de algo que es derecho de todos? ¿Cómo puede cercar el acceso al recurso más vital para el ser humano? Así que los vecinos batallan por todas las medidas posibles, empezando por tratar de convencerlo. Al fallar, pasan a tratar con abogados, pero aún así, Osman sigue conservando el agua. Todo desemboca en amenazas de violencia, y en actos concretos. Perros muertos y disparos. Sabotaje. Y la inevitable tragedia, que separará a los hermanos de forma definitiva. Hasan verá con impotencia cómo los intereses de su agha no eran precisamente los de ambos.

Más que el drama de la sequía, de la falta de recursos, la película desnuda en términos simples la aridez del alma de quien codiciosamente acumula sin pensar en los demás. Una historia clásica de codicia, de poder y de la corrupción de la humanidad a causa del ansia por los recursos. ¿Cómo mantenerse noble, cómo ser justo sin hacerse daño, o a lo que más queremos? El final, que se presenta como una muestra de heroísmo y bondad, me dejó más bien ambivalente. Porque la aridez se extiende por todas partes, y las virtudes mejor conservadas, como bien podemos ver en nuestra sociedad, bien fácil se desgastan ante el embate constante de las más oscuras tonalidades de la naturaleza humana.

Por la parte técnica, y sin duda poética también, el trabajo de cámara es bello y dinámico. El filme, para usar una analogía predecible, fluye como el agua, delicado y sin pausa.  Alguna que otra escena es bastante memorable por este aspecto, como la primera aparición de Bahar, la esposa de Hasan, entre los matorrales, tras una breve y juguetona persecución; o cuando se sigue a los campesinos trabajando. Una edición acertada resalta y ayuda a las actuaciones un poco débiles, resaltando expresiones, elaborando los personajes junto con los actores.

Como una visión original del drama actual del mundo, desde una esquina con frecuencia pasada por alto, Verano Seco es una gran película. Las diferentes pasiones que mueven nuestras sociedades han producido filmes magníficos que por una u otra razón, se pierden en el olvido en bóvedas y museos. A veces, ni en sus mismos países son escuchadas. Metin Erksan se retiró de la filmografía crítica en los setentas, y optó por realizar filmes comerciales sin mayor interés, como una copia de El Exorcista, Satán, en 1974. Sin embargo, Verano Seco mantiene aún toda su fuerza y valor en estas fechas. Y como se señalaba al principio, podría empezar a ser más significativa conforme los dramas y desigualdades de nuestra situación actual se desarrollen en las impredecibles direcciones que la sociedad turca de entonces.
FUENTE: También Los Cinerastas Empezaron Pequeños

Con eurídice hemos decidido traerles la pelicula Turca Susuz yaz de Metin Erksan.

Comemenzaban los años 60 en Turquía y consigo traían una serie de cambios políticos que influyeron en la sociedad Turca. El cine que hasta hace poco era concebido como una forma de diversión comienza a ser considerado un arte, y por sobre todo una forma de hacer crítica social y generar ideas políticas, este modelo de cine, y de cineasta, tendría su culmen en el comprometido Yilmaz Güney que hasta pagó con la cárcel la elaboración de su obra. Pero ya de inicios de los 60 este tipo de autor comenzaba a nacer y uno de los primeros en dar la gran vuelta de tuerca al cine Turco fue Metin Erksan.

Metin Erksan estudió historia del arte en la universidad de Estambul y fue columnista de diversos diarios y revistas antes de ingresar al mundo del cine. Su hermano mayor era director de cine y Metin dio sus primeros pasos trabajando como su ayudante. A su vez cultivaba la vida politica, incluso llegó a ser candidato, adscribiéndose a movimientos socialistas-Marxistas. Si bien comienza a dirigir en 1953, no es hasta el año 1964 con la aclamada Susuz yaz cuando se le reconoce, y es que más allá de los valores cinematográficos de la obra, esta se lleva el oso de oro de Berlín el año 1964, constituyéndose en el primer premio importante obtenido por un filme Turco en el extranjero.

La película que les presentamos cuenta la historia de dos hermanos, uno de los cuales se apropia del agua pues la fuente está en sus terrenos y convence al otro de apoyarlo. De está forma toda la comunidad queda sin agua para poder cultivar sus terrenos. Así llega el árido verano, y la falta de agua se hará más terrible y se agudizarán los confilctos entre Osman y la comunidad toda. Y es que una de las temáticas principales del filme es el choque de dos concepciones, por una parte la propiedad privada y por otra parte la propiedad colectiva. En esta lucha Erksan va desarrollando sus ideas políticas en una historia que de tanta simpleza llega a tornarse universal, a parecer una gran fábula donde se desarrollan los principales conflictos del ser humano, y es que no solo del agua y su propiedad nos habla la película, también Erksan desarrolla el personaje de Osman desde un punto de vista sicológico. A medida que transcurre el relato nos iremos dando cuenta de que éste es un ser obsesivo, que desea poseer cuanto está a su alcance, no sólo tierras y cultivos, sino también el agua sin importar el daño que hace a la comunidad, así como la mujer de su hermano que se transforma en objeto de deseo, una mera forma de posesión. Y es que Osman representa el arquetipo del ser que se vacia y desea tener por tener, poseer por el acto de posesión mismo, arquetipo constituye a su vez la base del sistema capitalista, el hombre egoista de Adams smith que luego fue vaciado totalmente por Friedmann de su atributo de simpatía, para evolucionar a una nueva forma de capitalismo, el ser egoista absoluto, que mora en todas partes, en el ser de la calle y en la persona abstracta de las corporaciones. Por todo esto entiendo la película de Erksan como una obra simbólica más allá de su seco realismo aparente, una indagación en la naturaleza humana, de vigencia incuestionable.

Sobre la copia: Corresponde al Rip que circula en la red con subs pegados en inglés, los cuales he extraído a .srt y luego han sido traducidos por euridice. También van incluidos en el torrent para el que los quiera.
Agradecer a eurídice por otra gran traducción que nos regala y los dejo en compañía de la peli. Que la disfruten.
FA 4759

No hay comentarios: