jueves, 5 de julio de 2012

Otakar Vávra - Kladivo na carodejnice (1970)


Martillo para las brujas
Adaptación de una novela de Václav Kaplický en torno al "Malleus Maleficarum" (O El martillo de las brujas), en donde se narran los lamentables juicios inquisitoriales que se dieron al norte de Moravia a fines del XVII. Todo comienza con una nimia acción de una pobre anciana que desemboca en una espiral de acusaciones que acaban sumiendo a la comunidad en el más absoluto caos...Más de cien personas fueron enjuiciadas y condenadas, y de las torturas no se salvo siquiera el clero...Evidentemente la película puede a su vez leerse como una velada critica de lo acaecido en la era Estalinista, con las continuas purgas de justos y inocentes, acusados de salirse de "esa línea correcta"...

El escenario de “Martillo para Brujas” es Checoslovaquia a fines del siglo XVII en el borde de la época clásica y rumbo a la modernidad que aún habitamos. Importan las fechas, porque no pasará mucho tiempo antes de que los inquisidores desaparezcan de casi toda Europa, como efecto de las ideas humanistas de la Ilustración. El casi... obedece a que El Santo Oficio Español sobrevivió hasta prácticamente el siglo XIX. A diferencia del resto del continente, la Inquisición pervivió como símbolo mismo de la monarquía, la fe e identidad española, agreguemos, la defensa tardía de la propiedad feudal. La última ejecución por herejía [1] tuvo lugar en la península ibérica, el 26 de julio de 1826 cuando un pobre maestro de escuela intachable en su conducta de nombre Cayetano Ripoll, fue ahorcado por deísta e impenitente. Su cadáver, encerrado en un barril que solamente llevaba pintadas llamas rojas ¾que simbolizaban a las hogueras originalmente aplicadas a los infieles¾ fue enterrado en lugar profano.

Los dramáticos acontecimientos que no pueden sino horrorizarnos, se refieren a una historia real en la que el pueblo de Moravia sufrió la pesadilla de los oficios de un inquisidor de apellido Bobling cuyos abusos vemos ejemplificados en el séptimo filme del experimentado cineasta checo Otakar Vávra. Las primeras imágenes, elocuentes y sensuales, nos muestran cuerpos de mujeres descalzadas de toda ropa en el ejercicio gozoso del baño y que en su alegre perfección evocan la codicia, la envidia y el deseo de venganza de quienes carecen de estas virtudes. La juventud, la belleza, la libertad de los cuerpos desnudos y limpios, aparece como estampa de todo lo que debe ser evitado por el temeroso de Dios y que fue visto como marca de incitación al pecado por los ojos flamígeros de los inquisidores de la Iglesia Católica Romana. Ese rechazo por el cuerpo femenino revela, paradójicamente, una pasión amorosa loca por las mujeres y temor al abismo que ellas representan para el hombre, en el contexto de una sociedad patriarcal que ha tratado inútilmente a través de la historia, de borrar la impresión de la potestad femenina que confiere a las mujeres la maternidad.

En la tradición judeo-cristiana del Antiguo Testamento se nos muestra siempre a las Evas como un puente con lo diabólico. En ese discurso el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios y la mujer como un agregado, un artificio, un clon imperfecto sacado de la costilla de Adán. Dios Padre quiere profetas, habla a los hombres y no considera a las mujeres como sujetos autónomos aunque les reconoce estar inclinadas de suyo a la traición: Eva, Lot, Salomé, Judith son algunos de los nombres de esas mujeres equívocas, sensuales y castradoras que rodean a los hombres.

En la película de Vávra vemos aparecer algunos de los aparatos que usaban los inquisidores, Bobling observa los terribles instrumentos con verdadera fruición: son fetiches sadomasoquistas dispuestos para sevicia del magistrado que goza haciendo sufrir a sus víctimas, especialmente si son mujeres. En estricto sentido freudiano el torturador no es sino un perverso que disfraza su miedo a la castración a través del ejercicio de la crueldad que le muestra con el rostro de un Dios omnipotente y salvaje incapaz de temor.

Como hilo conductor de los desenfrenos del juez Bobling, vamos a oír en el filme, sentencias extraídas del manual redactado por los dominicos Kraemer y Sprenger [2] entre los años 1485 y 1486. El impresionante libro del que pude encontrar una edición en español y que es más conocido por los historiadores como el Malleus Malleficarum, es la célebre versión alemana de un manual práctico para combatir la herejía que lleva el sugerente subtítulo de: Para golpear a las brujas y las herejías con poderosa masa. El Malleus Malleficarum ha sido escrito evidentemente por hombres, y parecería ser un tratado de cómo relacionarse con las mujeres, siempre poniéndoles pruebas que demuestren que no son brujas o herejes sino fieles servidoras de Dios y del hombre. Esta obra ha sido tradicionalmente atribuida a dos autores, pero en las primeras ediciones el nombre de Kraemer, también conocido como Enrique Institoris, fue omitido y sólo apareció por primera vez en la edición de 1490. Estos hombres no sólo fueron inquisidores sino ante todo teólogos y profesores que escribieron otros libros en los que su formación teológica está por encima de todo. De hecho, el libro que Bobling esgrime como arma amenazante ante los ojos del Deán Lautner como el único libro que ha leído y el único necesario para juzgar sobre el bien y el mal del mundo, es una obra teológica escrita en los límites de una escolástica decadente que ignora toda corriente de opinión que no sea la tradición y no hace referencia alguna a autores contemporáneos, asentándose firmemente sobre la lógica aristotélico ¾ tomista del siglo XIII.

Fuente Cartapasi.org



FA 4860



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