domingo, 11 de noviembre de 2012

Ken Loach - Raining Stones (1993)


Lloviendo piedras
Bob (Bruce Jones), trabajador en paro, vive con su mujer Anne (Julie Brown) y su hija Coleen (Gemma Phoenix) en un barrio pobre del norte de Inglaterra. Aunque su situación económica es muy precaria, fiel a las tradiciones católicas, hará lo que sea necesario para que su hija lleve un bonito vestido el día de su Primera Comunión. (FILMAFFINITY)
1993: Cannes: premio Especial del Jurado. Drama
1993: Nominada Premios BAFTA: Mejor film británico


En los años 80 Loach fue censurado y vetado en su propio país por decir verdades que no querían ser escuchadas. El problema fue que con Margaret Thatcher en el poder crece el paro y los recortes en las artes y Loach no se calla la boca y lo denuncia en el documental "A Question of Leadership". Esto le hace ganar muchas enemistades y problemas con la financiación de sus proyectos.

Pero en los años 90, cuando La Dama de Hierro deja el poder, la suerte de Loach cambia y se vuelca en un cine realista basado en el mal social ("social evil"). Pero no lo hace gritando con el puño cerrado en alto, ya está mayor para esas cosas; sino que deja traslucir la crítica social detrás de un estilo de cine jamás visto hasta entonces.

Y es que Loach es el precursor del "Free Cinema", en el que los actores no tienen el guión hasta minutos antes de rodar la escena, ni tan siquiera saben lo que les depara la historia. Y Loach los lanza a rodar con todo el equipo preparado (a veces usando 2 cámaras para no perder nada). Les da ciertas indicaciones para rodar la escena pero les deja también libertad para actuar con su propio criterio. Así capta la espontaneidad de la improvisación. Además nunca busca actores famosos sino actores que hayan pasado por experiencias similares.

La película se rueda en orden cronológico para que los actores no sepan que les depara la historia (en contra de todo criterio de producción). No hay ensayos, así que los técnicos de luz y sonido deben de estar atentos a cualquier improvisto. Todo ello enfocado a conseguir la improvisación que tanto le obsesiona a Loach.

Las historias son sencillas. Un padre que va a hacer todo y más de lo que le sea posible para conseguir un traje de comunión a su hija. Y ya está, esa es toda la historia y te la cuenta de la manera más sencilla y natural que pueda existir. Pero lo importante es lo que deja entrever, a veces en clave de humor como el robo de una oveja vieja (increíble comienzo de la película) o en tono muy serio como la última conversación con el sacerdote (donde no quiere hacerte ver la actuación de la Iglesia como tal, sino del sacerdote como individuo). Te va desgranando toda la sociedad y sus problemas sin que te des cuenta. No es tanto el orgullo del padre, sino sus ganas de ser "normal", al menos para con su hija, por la que está dispuesto hasta jugarse el cuello. No sólo es ese traje de comunión, sino todo lo que vale y hay que luchar (no sé si contra la sociedad o EN esa sociedad) para que tu propia hija lo lleve puesto. Es ese realismo social, espontáneo e improvisado que sólo un genial director como Loach consigue.

Por último romper una lanza a favor de Loach. No quiere hacerse el intelectual liberado proclamando un manifiesto con normas (o mandamientos), como el Dogma 95, para despojar al cine de lo "artificial" y conseguir la autenticidad del instante. Loach lo hace (y qué bien que lo hace) pero sin tener porque ser en 35 mm con ese tembleque de cámara en mano.
(Santi_Burgos, FilmAffinity)
FA 5133

No hay comentarios: