sábado, 5 de octubre de 2013

Akahige (Akira Kurosawa, 1965)

Barbarroja

 El joven doctor Yasuoto regresa a su pueblo después de estudiar en Nagasaki, pero, en cuanto llega, sufre una gran desilusión: en lugar de ser nombrado médico del shogun lo envían a una clínica que cuenta con muy pocos recursos y está dirigida por un médico apodado "Barbarroja". (FILMAFFINITY)

1965: Festival de Venecia: Premio OCIC. Copa Volpi (Toshirô Mifune). Nominada al León de Oro
1965: Globos de Oro: Nominada a la mejor película extranjera
1967: Festival de Valladolid: Espíga de Oro

Akahige pertenece a ese selecto grupo de películas insuperables en las que el talento de Kurosawa, todas sus virtudes y señas de identidad afloraban a plenitud logrando la obra de arte. Y en cierto modo este film tiene un tono de despedida. Del blanco y negro y de su actor preferido, Toshiro Mifume. Tras 17 películas juntos, "el emperador y el lobo" dieron por finalizada su colaboración dejando tras de si una de las relaciones mas estrechas y satisfactorias que ha dado la historia del cine. Y como no podía ser menos, ambos lo hacen a lo grande, alcanzando de nuevo las cotas mas altas de su talento en este bellísimo film, que a pesar de la dureza de los temas tratados, no pierde un tono ligeramente optimista que no se prodiga mucho en la carrera del director y que a partir de esta película prácticamente desaparecerá de su cine. Una vez mas Kurosawa nos regala una historia sobre el aprendizaje, sobre la responsabilidad profesional y sobre el ser humano en general. Kurosawa realiza un rico y extenso retrato de personajes que logra que las tres horas que dura la película sea uno de los mayores placeres que el cine puede dar. Las diferentes histórias contadas son simplemente magistrales. El flashback de Matahachi es sin duda uno de los cortometrajes mas portentosos de la historia del cine, un prodigio de condensación, de puesta en escena, de emoción y capacidad de sorpresa. Pero lejos de ser un conjunto inconexo de pequeñas joyas, todo forma parte de un bloque compacto que tiene como principal objetivo mostrarnos el proceso de aprendizaje del protagonista eliminando todo elemento innecesario a pesar de su aparente dispersidad. De esta manera el esplendido guión pone la base para que Kurosawa pueda trabajar en la puesta en escena para el texto se convierta en magia cinematográfica. Y el director lo consigue a un grado casi insultante para el cine actual. Toda la primera parte del aprendizaje, en el que Yasumoto se mantiene aislado voluntariamente del mundo de Barbarroja y la clinica, Kurosawa se vale de separaciones visuales que le aíslan igualmente en el plano a personaje. Cualquier cosa es eficaz, una rama, una valla, una mesa (genial la de la mesa) o una vela. Pero el film esta lleno de metáforas y referencias que enriquecen la lectura de esta en cada visionado. Del mismo modo, como es habitual en el director, se vale constantemente de la insinuación mas que de la plasmación directa de las cosas, con lo que gana notablemente en poder de sugerencia, calando mas hondo en el espectador. Pero ante todo, mas allá de una perfección técnica irreprochable, encontramos una de las películas emocionalmente mas impactantes del director, que logra no solo una complicidad absoluta con el espectador, sino dejar una sensación de haber visto un film genuinamente entrañable e inolvidable. Una de las grandes obras maestras de la historia del cine. (jairechu, FilmAffinity)

FA 7063

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